La axiología es la parte de
la filosofía que estudia los valores.
Son muchos los contenidos y
significados que encierra el término valor. “En sentido humanista, se entiende
por valor a lo que hace que un hombre sea tal, sin lo cual perdería su
humanidad o parte de ella. El valor se refiere a una excelencia o perfección.
Por ejemplo, se considera un valor decir la verdad, ser honesto, ser
responsable, sincero; es más valioso trabajar que robar. La práctica del valor
desarrolla la humanidad de la persona, mientras que el contravalor la despoja
de esa cualidad”.
Se entiende por valor moral
todo aquello que lleve al hombre a defender y crecer en su dignidad de persona.
El valor moral conduce al bien moral. Recordemos que bien es aquello que
mejora, perfecciona, completa. El valor moral perfecciona al hombre en cuanto a
ser hombre, en su voluntad, en su libertad, en su razón. Se puede tener buena o
mala salud, más o menos cultura, por ejemplo, pero esto no afecta directamente
al ser hombre. Sin embargo vivir en la mentira, el hacer uso de la violencia o
el cometer un fraude, degradan a la persona, empeoran al ser humano, lo
deshumanizan. Por el contrario las acciones buenas, vivir la verdad, actuar con
honestidad, el buscar la justicia, le perfeccionan.
El valor moral te lleva a
construirte como hombre, a hacerte más humano. Depende exclusivamente de la
elección libre, el sujeto decide alcanzar dichos valores y esto sólo será
posible basándose en esfuerzo y perseverancia. El hombre actúa como sujeto
activo y no pasivo ante los valores morales, ya que se obtienen basándose en
mérito. Estos valores perfeccionan al hombre de tal manera que lo hacen más
humano, por ejemplo, la justicia hace al hombre más noble, de mayor calidad
como persona. Para lograr comprender plenamente los valores morales debemos
analizar la relación que éstos guardan con otro tipo de valores. Siendo el ser
humano el punto de referencia para los valores, cabe ordenarlos de acuerdo con
su capacidad para perfeccionar al hombre. Un valor cobrará mayor importancia en
cuanto logre perfeccionar al hombre en un aspecto más íntimamente humano.
Los valores infrahumanos
Son aquellos que sí perfeccionan al hombre, pero en aspectos más inferiores, en
aspectos que comparte con otros seres, con los animales, por ejemplo. Aquí se
encuentran valores como el placer, la fuerza, la agilidad, la salud.
Los valores humanos inframorales
Son aquellos valores que son exclusivos del hombre,
ya no los alcanzan los animales, únicamente el hombre. Aquí encontramos valores
como los económicos, la riqueza, el éxito, por ejemplo. La inteligencia y el
conocimiento, el arte, el buen gusto. Y socialmente hablando, la prosperidad,
el prestigio, la autoridad, etc.
Valores Instrumentales
Son comportamientos alternativos mediante los cuales conseguimos los fines
deseados.
Valores Terminales
Son estados finales o metas en la vida que al individuo le gustaría conseguir a
lo largo de su vida.
Clasificación de los Valores
Hay muchas clasificaciones de los valores humanos, sin embargo la más
común, es la siguiente:
- Valores
biológicos, traen como consecuencia la salud y se cultivan mediante la
educación física e higiénica.
- Valores
sensibles, conducen al placer, a la alegría y al esparcimiento.
- Valores
económicos, nos proporcionan todo lo que nos es útil; son valores de uso y
de cambio.
- Valores
estéticos, nos muestran la belleza en todas sus formas.
- Valores
intelectuales, nos hacen apreciar la verdad y el conocimiento.
- Valores
religiosos, nos permiten alcanzar la dimensión de lo sagrado.
- Valores morales, su práctica nos acerca a la bondad, la justicia, la libertad, la honestidad, la tolerancia, la responsabilidad, la solidaridad, el agradecimiento, la lealtad, la amistad y la paz, entre otros.
Los hábitos
Tanto el bien como el mal
obrar forman costumbres e inclinaciones en el espíritu; es decir, hábitos de
obrar. A los buenos se les llama "virtudes"; y a los malos,
"vicios". Un hábito bueno del espíritu es, por ejemplo, saber decidir
sin precipitación y considerando bien las circunstancias. Un vicio, en cambio,
en el mismo campo, es el atolondramiento, que lleva a decidir sin pensar y a
modificar muchas veces y sin motivo las decisiones tomadas. Algo tan importante
como lo que llamamos "fuerza de voluntad" no es otra cosa que un
conjunto de hábitos buenos conseguidos después de haber repetido muchos actos
en la misma dirección. Ésta es la regla de oro de la educación del espíritu: la
repetición de los actos buenos.
Virtudes
humanas fundamentales
Las
virtudes humanas fundamentales son, desde Aristóteles, las siguientes:
prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
La prudencia
La prudencia
Es la
virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro
verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo. Es la prudencia
quien guía directamente el juicio de conciencia. El hombre prudente decide y
ordena su conducta según este juicio. Gracias a esta virtud aplicamos sin error
los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas sobre el
bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar.
La justicia
Es la virtud moral que consiste en la constante y
firme voluntad de dar a cada uno lo que les es debido. La justicia para con
Dios es llamada "la virtud de la religión". Para con los hombres, la
justicia dispone a respetar los derechos de cada uno y a establecer en las
relaciones humanas la armonía que promueve la equidad respecto a las personas y
al bien común.
La fortaleza
La fortaleza
Es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la
constancia en la búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las
debilidades y de superar los obstáculos en la vida moral. La virtud de la
fortaleza hace capaz de vencer el temor, incluso la muerte, y de hacer frente a
las pruebas y a las persecuciones. Capacita para ir hasta la renuncia y el
sacrificio de la propia vida por defender una causa justa.
La templanza
Es la
virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en
el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los
instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. La persona
moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana
discreción y no se deja arrastrar para seguir la pasión de su corazón.
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